Una historia para verano - parte cuatro
Tengo Que Decirte Una Cosa
Capítulo Dos, Parte Uno
El taxi se detiene entre una nube de
polvo y de humo. Justo delante de ellos, en la carretera por donde deberían
seguir circulando, hay una serie de camiones y obreros trabajando en la
calzada.
“¡Vaya! ¿Quién se iba a imaginar que
estarían se obras en la carretera comarcal?” dice el taxista.
“¿Quiere decir que su fantástico atajo se
termina aquí?” pregunta Miguel alarmado.
“Me temo que sí.”
“¡Pues dé la vuelta, hombre!”
“¿Y cómo voy a dar a vuelta, si la vía
está cortada? ¿No ves a hilera de coches que tenemos detrás de nosotros?
Estamos aquí atascados.”
“¡No me lo puedo creer! ¿Y ahora qué?”
“Sera mejor que tomes el autobús que va
al aeropuerto. La parada está unos metros más allá, caminando por el arcén. Por
allí la carretera no está cortada.”
“Muy bien. Eso haré. ¡Pero usted olvídese
de la propina!”
Miguel paga al taxista con cara de pocos
amigos, se baja del taxi y camina por el arcén. Una vez que ha dejado atrás a
los camiones y los obreros que trabajan en la carretera, ve a lo lejos a
marquesina de cristal de una parada de bus. Se dirige allí, sin tener ni idea
de a qué hora pasará el próximo autobús. De pronto, ve a lo lejos en autobús
que se aproxima. ¡No puede creerlo! Parece que la suerte está de su lado.
Miguel corre para llegar a tiempo a la parada. Afortunadamente, toma el
autobús, paga su boleto y por fin puede sentarse junto a la ventanilla y
respirar tranquilo. Son las seis y media de la mañana.
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