Relato de acontecimiento (parte dos)



Marcílio se acerca. “¿Me presta usted después su cuchillo,” don Elías?, pregunta Marcílio.

“No,” responde Elías. Marcílio se aleja, caminando de prisa. Ivonildo corre a gran velocidad.

“Van por cuchillos,” dice Elías con rabia, “ese mulato, ese cornudo.” Sus manos, su camisa y su pantalón están llenos de sangre. “Debiste haber traído una bolsa, un saco, dos sacos, imbécil. Ve a buscar dos sacos,” ordena Elías. Lucília corre.

Elías ya cortó dos pedazos grandes de carne cuando aparecen, corriendo, Marcílio y su mujer, Dalva, Ivonildo y su suegra, Aurelia, y Erandir Medrado con su hermano Valfrido Medrado. Todos traen cuchillos y machetes. Se echan encima de la vaca.

Lucília llega corriendo. Apenas y puede hablar. Está embarazada de ocho meses, sufre de helmintiasis y su casa está en lo alto de una loma. Lucília trajo un segundo cuchillo. Lucília corta en la vaca.

“Alguien présteme un cuchillo o los arresto a todos,” dice el conductor del carro de la policía. Los hermanos Medrado, que trajeron varios cuchillos, prestan uno al conductor.

Con una sierra, un cuchillo y una hachuela aparece João Leitão, el carnicero, acompañado por dos ayudantes.

“Usted no puede,” grita Elías.

João Leitão se arrodilla junto a la vaca.

“No puede,” dice Elías dando un empujón a João. João cae sentado.

“No puede,” gritan los hermanos Medrado.

“No puede,” gritan todos, con excepción del policía.

João se aparta; a diez metros de distancia, se detiene; con sus ayudantes, permanece observando.

La vaca está semidescarnada. No fue fácil cortar el rabo. La cabeza y las patas nadie logró cortarlas. Nadie quiso las tripas.

Elías llenó los dos sacos. Los otros hombres usan las camisas como si fueran sacos.

El primero que se retira es Elías con su mujer. Hazme un bistec, le dice sonriendo a Lucília. Voy a pedirle unas papas a doña Dalva, te haré también unas papas fritas, responde Lucília.

Los despojos de la vaca están extendidos en un charco de sangre. João llama con un silbido a sus auxiliares. Uno de ellos trae un carrito de mano. Los restos de la vaca son colocados en el carrito. Sobre el puente solo queda una poca de sangre.

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